
TIERRA PRIVILEGIADA
El regalo de
la historia
La civilización de la vid y el vino era una realidad en las tierras riojanas hace más de dos mil años, como lo testimonian los numerosos restos arqueológicos de lagares y bodegas datadas en la época de dominación romana.
Esta cultura vitivinícola se mantuvo durante la alta Edad Media al abrigo de los monasterios de San Millán de la Cogolla, donde Gonzalo de Berceo, primer poeta de la lengua castellana, ensalzó en sus versos las virtudes del vino riojano: “Ca non so tan letrado por fer otro latino: Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino”.
DENOMINACIÓN DE ORIGEN CALIFICADA
La aventura de
ser pionera
Rioja fue la primera Denominación de Origen de España y, además, la primera en obtener la categoría de Calificada.
A finales del siglo XIX, con el nacimiento del Rioja moderno, se dota de identidad propia al vino riojano, vinculando su nombre a su origen. Entonces surge la preocupación de los viticultores y elaboradores riojanos por proteger esa identidad de los “usurpadores y falsificadores”. Esta inquietud culmina con el reconocimiento oficial el 6 de junio de 1925 de la Denominación de Origen Rioja.
En 1991 se convierte en Denominación de Origen Calificada. Fue la primera en conseguirlo. Actualmente, de entre las 70 DO’s españolas, solo Rioja y Priorato tienen esta calificación superior.


CALIDAD Y CERTIFICACIÓN
Garantía de
un producto excelente
El Consejo Regulador vigila, audita y controla todo el proceso de la elaboración del Rioja, desde la viña hasta el mercado. Así por ejemplo la densidad de plantación, que será obligatoriamente de 2.850 cepas por hectárea como mínimo y de 10.000 cepas por hectárea como máximo o el rendimiento máximo en Kgs. de uva que es de 6.500 kgs. por hectárea para las variedades tintas y 9.000 kgs. para las blancas. Se realiza también una valoración oficial de la añada, se efectúan inspecciones periódicas en bodega para aforar existencias por tipos de vino y añadas, número de barricas y botellas, contraetiquetas, etc., y contrastar así la veracidad de las declaraciones efectuadas. Se garantiza el origen, la añada y el tipo de elaboración del vino mediante contraetiquetas y precintas seguras y se amplía el control a la fase de comercialización.