El Arte de la Cata de Vinos: la Vista

La cata de vinos es un arte que nos sumerge en un mundo de matices, aromas y sabores. Cada fase de la cata nos lleva a descubrir aspectos únicos del vino.
La Importancia de la Vista en la Cata
Antes de sumergirnos en la variedad que puede ofrecer el vino, es crucial entender que la cata puede tener diversos propósitos. Desde la perspectiva profesional hasta la lúdica, cada catador tiene sus motivos. Ya sea un enólogo rastreando el desarrollo desde la fermentación hasta el embotellado, un comprador analizando la calidad o un aficionado refinando sus preferencias, la cata es una herramienta valiosa.
Independientemente del motivo para catar, seguir un orden y utilizar un lenguaje sencillo y universal facilita la experiencia. La comunicación efectiva de nuestras sensaciones y la comprensión del vino que estamos explorando se vuelve esencial.
La primera impresión que nos regala el vino se presenta ante nuestros ojos. Todos los vinos deberían ser, en principio, brillantes y libres de turbidez o sedimentos. Sin embargo, la evolución del mundo vinícola nos permite encontrarnos con vinos menos tratados, opacos e incluso con sedimentos que indican su autenticidad.
Gama de colores según el tipo de vino
La vista, nos proporciona una primera clasificación atendiendo a los colores del vino:
Vino Tinto
El color del vino tinto se origina en las pieles de las uvas, que ceden su tonalidad al mosto durante la fermentación. La variedad de uva, el tiempo en barrica y en botella influyen en el espectro de colores. Desde púrpura hasta rubí, granate o teja, la intensidad y la capa del color revelan aspectos del proceso de elaboración.
Para simplificar, podemos hablar de los siguientes colores: Púrpura – Rubí –Granate – Teja
Vino Blanco
El vino blanco se elabora normalmente a partir del jugo de uvas blancas. Pero, debido a que todo el color de las uvas está en la piel, es posible hacer vino blanco a partir de uvas tintas si se quitan las pieles antes de la fermentación.
El color de los vinos blancos también dependerá de la variedad utilizada, de si hay o no maceración en contacto con la piel antes de la fermentación, de la utilización de barricas para fermentación o crianza y, finalmente, del tiempo en botella. Podemos resumir los colores de los vinos blancos así: Amarillo Pajizo – Amarillo verdoso – Dorado – Ámbar Igual que en los tintos, los vinos blancos podrán tener un color (o una capa) más intenso, o más pálido. En ocasiones, podremos observar, al inclinar la copa, un color en el centro y otro en el borde o ribete.
Vino Rosado
Estos vinos se elaboran a partir de uvas tintas, pero en este caso el vino tiene menos contacto con las pieles de las uvas. El color será distinto, dependiendo de la variedad utilizada y del tiempo de maceración con los hollejos. Así, los vinos rosados elaborados por sangrado tienden a tener un color más intenso y de color frambuesa y los rosados elaborados por prensado directo suelen tener un color más ligero y tienden al color salmón. Igual que en el caso de blancos y tintos, la variedad tiene un papel importante: el tempranillo suele aportar un color más intenso y la garnacha resulta en colores más pálidos.
Finalmente, el color naranja puede aparecer con la crianza en barrica y en botella. No es muy habitual, pero Rioja es una de las pocas regiones del mundo donde existen los rosados criados en barrica, que además pasan un tiempo en botella. Podemos resumir los colores de los vinos rosados en: Piel de cebolla – Salmón – frambuesa – naranja

En la próxima fase, exploraremos el fascinante mundo del olfato, donde los aromas revelarán aún más secretos del vino que estamos por descubrir. ¡Prepárate para un viaje sensorial inolvidable!